Este fin de semana llega a la cartelera la más reciente película de Robert Eggers, director de The Witch (2015) y The Lighthouse (2019). Sin duda, se trata de su película a mayor escala hasta ahora, pero también la que puede llegar a acariciar más con el estilo de Hollywood, tal vez expresado en sus grandes escenas de batalla, o mejor aún, que se contraponen dos versiones de una película en una misma. El director ha compartido su descontento a recibir interferencia de parte del estudio, y puede llegar a notarse en el contenido de la película; un épico arranque a una adaptación vikinga de Hamlet (tal vez muy fresco en mi memoria por haber visto hace unos días The Tragedy of Macbeth), llena de visuales espectaculares, escenas atípicas y estimulantes, pero que en su segundo acto baja las revoluciones y casi olvida todo lo que la estaba haciendo especial, como si alguien le hubiera puesto la mano en el teclado a Eggers, así como el meme de la mano de gatito. Me quedo con sus impresionantes visuales cuando la película es libre, cuando se permite volver incómoda y cuando gira las tuercas (muchas veces en dirección contraria) del Camino del Héroe. Eso sí, Anya Taylor-Joy sigue robando escena en todo lo que aparece y aquí no es la excepción, ya logrando trascender el estrellato. Muy bien por ella.
Buena opción para amantes de las películas disruptivas, y esto me lleva a dejar algo claro: No es Game of Thrones ni como decía un banner en un camión de pasajeros: “This generation’s Gladiator.” Es muy buena, pero dejemos de querer marketear cada película como “la nueva x”; que destaque por si misma.
La frase: *Aullidos como lobo*
La calificación: 8/10